Suspiraba Alfredo Merino al término del partido, y es que no es para menos. La semana del técnico palentino ha sido de las de echarse a temblar. A la mala situación deportiva del conjunto pucelano, se unía el bochornoso espectáculo ofrecido por su protegido, Rufino, que había llevado a la dirección técnica del club a apartar al jugador del equipo para, posteriormente, reincorporarle tras su perdón público a compañeros y aficionados.

La decisión del club pucelano no ha podido tener mejor resultado. El controvertido ariete madrileño ha pedido la absolución de la manera que mejor sabe hacerlo: con goles. Sus dos tantos han volteado el marcador y han acabado con un Guadalajara que no ha esgrimido en tierras pucelanas su condición de 'gallito' de la categoría.

Los críticos de cine dicen que las segundas partes nunca son buenas. Aún son más voraces con las trilogías, de las que defenestran a sus directores por no ser capaces de contar una historia en poco más de 120 minutos.

La película del Promesas se había detenido en esa última imagen de desesperación dada ante el Palencia. Esa instantánea permaneció buena parte del partido ante el Guadalajara, con la salvedad de que los manchegos iban de naranja y hace siete días los palentinos lo hacían de negro.

El partido iba camino de convertirse en la guinda a una trilogía terrorífica con tintes de serie b y de novela esperpéntica, ya que los jugadores blanquivioletas repetían las mismas interpretaciones de los dos anteriores capítulos rodados integramente en los Anexos. El equipo del cuestionado director Alfredo Merino permaneció en letargo durante toda la primera mitad en la que el Guadalajara se mostró mucho más activo.

Las ganas visitantes las encarnó el extremo Santi que puso a prueba a Lucas en varias ocasiones durante los primeros 20 minutos.

Por su parte, el Valladolid B siguió fiel a su guión de 'pánico en los Anexos' y dio todas las facilidades que pudo para que el Guadalajara se adelantase en el marcador. En el minuto 25, una falta botada en el medio campo por el equipo manchego sirvió para que Iñigo Piñas, de cabeza, pusiese el primero para los naranjas.


Sin reacción

El tanto visitante no varió el ánimo apático de los locales. Carlos Lázaro, Rueda y Manasé seguían desaparecidos en combate; mientras que Marc, Rufino y Sergio García se desesperaban al no disponer del balón.

El filme, calcado a los anteriores con el Real Valladolid B como estrella del reparto, no se volvió a animar hasta el final del primer acto cuando, Lázaro puso el 'uy' en las gradas al rematar de cabeza un balón botado por Marc a la derecha del portero visitante. Los más de 500 aficionados manchegos que se dieron cita en la capital del Pisuerga no tuvieron más sobresaltos hasta la segunda parte.

El descanso no reanimó a los blanquivioletas. Por el contrario, el Guadalajara salió con hambre de sentenciar el trámite pucelano cuanto antes. Los naranjas ofrecieron al público los mejores minutos del encuentro, futbolísticamente hablando. El menudo extremo Santi, volvía a hacer y deshacer a su antojo y los cambios del Valladolid no daban su fruto. Merino, como en las anteriores cintas, optó por cambiar el esquema de su equipo y darle más mordiente con la entrada de Carlos. El técnico palentino también retiró del tapete a un fallón Jesús Alonso por Manu.


Dos goles para la reconciliación

El acoso y derribo visitante hacía prever que el segundo tanto manchego no tardaría en llegar. Sin embargo, el Promesas despertó.

Sergio García cogió la batuta del partido y con dos buenas jugadas individuales metió el miedo en el cuerpo a los naranjas. A partir de este momento, el Valladolid modificó el guión. El cambio no se tradujo en buen juego, pero sí en intensidad y en ganas.

El equipo blanquivioleta cada vez se acercaba con más peligro. García tuvo una ocasión clarísima, pero su disparo se fue desviado por poco. El destino no quería que el '7' pucelano se convirtiera en el protagonista del partido, y es que ese papel estaba destinado para el jugador más 'popular' de la última semana en tierras vallisoletanas.

Como en los buenos filmes estadounidenses, el héroe, carismático y controvertido por naturaleza, surgió cuando su equipo más le necesitaba. Rufino pasó del infierno al cielo en apenas 15 minutos. El delantero madrileño empató el partido en el minuto 74 al transformar un penalti realizado al zaguero Héctor.

El guión había cambiado y los jugadores pucelanos eran conscientes de ello. Mejor se pusieron las cosas para los de Merino cuando, apenas dos minutos después del gol local, el colegiado expulsaba a Chuchi del Guadalajara por agresión a Cuerda. La superioridad numérica espoleó aún más a los locales. Alberto y Rufino tuvieron sendas ocasiones para adelantar a los blanquivioletas, pero incomprensiblemente sus golpeos se fueron desviados.

Sin embargo, el final estaba escrito. El primero de la lista de reparto, Rufino, puso el broche a su actuación con un nuevo gol, tras un buen pase raso del actor secundario Sergio García. El ‘killer’ madrileño hacía buena la decisión del club de readmitirle en el filial tras la falta de disciplina protagonizada la pasada semana y pedía en forma de goles perdón a la hinchada vallisoletana.
El tanto desató la locura en los Anexos, y es que después de más de dos meses, el Promesas volvía a ganar en casa y quién sabe si a partir de ahora una nueva película con final feliz en forma de permanencia comience para los pupilos de Alfredo Merino.